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PHILOSOPHY

El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. A los que te aplauden cuando eres rey y te abandonan cuando eres vencido. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de un amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de la ventana y un pedazo de cielo al que se asomen el sol y la noche. El mejor verso del mundo y música. Por lo demás, podría comer pan duro y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en un hombre amargado, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.

The fact is that I have the feeling - at least the feeling - that I begin to understand a little of what this so-called life is going to be. Almost nothing we think is important seems to me. Neither success, nor power, nor money, beyond what is essential to live with dignity. Passage of laurel wreaths and dirty compliments. As happened in the mud of envy and the judgment of others. I turn away the complaining and moody, the selfish and ambitious who aspire to rest in graves full of honors and bank accounts, upon which no one will shed a single tear in which a tiny particle of true grief fits. I hate the luxury cars that dirty the world, the fur coats torn from a warm and throbbing body, the jewels made on the penalties of slave men who suffer in the emerald and gold mines in exchange for a piece of bread. the cynicism of a society that only thinks about its own well-being and disregards the discomfort of others, on the basis of which it builds its waste. And the damn indifferent who never get in trouble. To those who applaud you when you are king and leave you when you are defeated. To those who believe that it is only important to have and exhibit instead of feeling, thinking and being. And now, now, in this moment of my life, I want almost nothing. Only the tenderness of a love and the glorious company of my friends. A few laughs and a few words of love before I go to bed. The sweet memory of my dead. A couple of trees on the other side of the window and a piece of sky to which the sun and the night take hold. The best verse in the world and music. Otherwise, I could eat hard bread and sleep on the floor while my conscience is calm.
I also want, of course, to maintain the freedom and critical spirit for which I gladly pay all the price to be paid. I want all the serenity to cope with the pain and all the joy to enjoy the good. A moment of beauty daily. Desperately miss those who have to leave because I was lucky to have them by my side. Never be back from anything. Keep crying every time something deserves it, but don't complain about any nonsense. Never, never, become a bitter man, no matter what. And that the day I have to fade away, a handful of people think it was worth it for me to walk around here for a while. I just want that. Almost nothing or everything.

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